Table of contents
Essay / Stranger Lands

Descubriendo una arqueología del imperio estadounidense en Panamá

Una antropóloga investiga cómo la arqueología ayudó a Estados Unidos a colonizar la Zona del Canal de Panamá —justo cuando el actual gobierno estadounidense amenaza con retomarla—.
Dos personas vestidas con traje están hablando delante de una gran fachada blanca en la que se lee “Panama Canal".

En Ciudad de Panamá, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, conversa con el administrador de la Autoridad del Canal de Panamá, Ricaurte Vásquez, en febrero de 2025, después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazara con “recuperar” la Zona del Canal de Panamá, colonia estadounidense entre 1904 y 1999.

Mark Schiefelbein/POOL/AFP/ Getty Images

EL GRAN ESTADOS UNIDOS

Estados Unidos lleva mucho tiempo controlando tierras más allá de sus fronteras. Desde bases militares hasta colonias informales, la zona a la que algunos se refieren como “ the greater United States” (el gran Estados Unidos) es una dispersión global de enclaves dominados por Estados Unidos mucho más allá de los 50 estados.

Y por primera vez en mucho tiempo, el gobierno está reactivando una agenda expansionista.

La administración Trump parece estar recurriendo a las historias de la presencia estadounidense para justificar ahora la ocupación, en particular de la Zona del Canal de Panamá, una antigua colonia estadounidense durante casi un siglo (1904-1999). Trump ha aventurado decir que Estados Unidos debería “recuperar” la Zona del Canal y que el uso de la fuerza militar estaba sobre la mesa.

Como cualquier imperio, ya sea inca o romano, el imperialismo estadounidense ha acumulado un historial material, especialmente en sus bases militares activas, abandonadas y recuperadas. Desde las Islas Galápagos hasta Filipinas, las empresas y los ejércitos estadounidenses han dejado sus huellas en paisajes de todo el mundo.

Las bases militares estadounidenses no se consideran técnicamente suelo estadounidense, pero eso no ha impedido que los ciudadanos del país hayan excavado en ellas para cimentar edificios e infraestructuras. Al hacerlo, a veces han sacado a la superficie objetos arqueológicos. Y estas bolsas de tierra pueden ser zonas grises legales para las restricciones del patrimonio cultural.

Como historiadora de la arqueología, he estado investigando cómo, a lo largo de los últimos siglos, las empresas transnacionales y el gobierno de Estados Unidos utilizaron la arqueología para ampliar su influencia. En los años cuarenta, muchos arqueólogos estadounidenses famosos circularon por Panamá, aprovechando la ocupación estadounidense. Hoy en día, muchos de los objetos extraídos de Panamá bajo estas condiciones imperiales permanecen en museos estadounidenses.

Al rastrear cómo estos objetos arqueológicos fueron sacados de sus contextos, y a dónde viajaron, podemos empezar a entender cómo el imperialismo estadounidense revuelve los paisajes históricos —y los contemporáneos—.

UN APÉNDICE ESTADOUNIDENSE

El Departamento de Panamá, que en su día formó parte de Colombia, se separó de ese país en 1903 con el apoyo de Estados Unidos. A cambio de protección militar contra Colombia, la recién formada República de Panamá cedió a Estados Unidos tierras que formarían la Zona del Canal de Panamá. Una frontera gemela de 8 kilómetros a lo largo de cada orilla del canal creó una cremallera de imperio. Los barcos estaban protegidos a ambos lados por territorio estadounidense.

Un mapa amarillento y rasgado está ilustrado con colores amarillos, azules y rosas descoloridos.

Un mapa de 1911 delinea la tierra que era de propiedad privada o controlada por el gobierno federal en la Zona del Canal de Panamá, toda la cual era propiedad reclamada por Estados Unidos.

Biblioteca del Congreso/Biblioteca Digital Mundial

Estados Unidos gobernaba la tierra como un apéndice estadounidense, una zona semi-soberana que en la práctica excluía a los ciudadanos panameños del centro de su propio país. Hasta 1979, la Zona del Canal tenía infraestructura y gobierno separados de Panamá, incluyendo su propia fuerza policial, tribunales y escuelas.

Con la creación de la zona, muchos panameños que vivían allí fueron expulsados. En 1912, el presidente William Howard Taft firmó la Ley del Canal de Panamá, que exigía que los pueblos dentro de la zona fueran arrasados para asegurar la protección, operación y saneamiento del área. Como han revelado estudiosos como la historiadora Marixa Lasso, los cartógrafos estadounidenses reescribieron entonces la historia, dibujando mapas de la Zona del Canal llena de bosques en lugar de los escombros de las ciudades arrasadas. Tales actos contribuyeron a crear una narrativa según la cual la zona había estado vacía de gente, había sido improductiva y solo se había hecho útil con la intervención estadounidense.

Una vieja fotografía en tonos sepia muestra maquinaria industrial impulsada por vapor trabajando en un valle entre dos grandes elevaciones rocosas.

Una fotografía de 1909 muestra los trabajos estadounidenses en el “Corte Culebra”, un tramo de casi 15 kilómetros que se excavó para unir el Océano Atlántico con el Pacífico para crear el Canal de Panamá.

W.A. Fishbaugh. Colección de la Zona del Canal (34) 1908-1909. Caja 1. Middle American Research Institute (MARI) Universidad de Tulane.

En una fotografía en tonos sepia, las vías del tren a lo largo de una zona cubierta de hierba junto a una colina se acercan a una zona donde una explosión de demolición lanza grandes nubes de escombros al aire.

Se utilizaron más de 40.000.000 de libras de dinamita para dinamitar la roca y el suelo para el Corte Culebra.

W.A. Fishbaugh. Colección de la Zona del Canal (34) 1908-1909. Caja 1. Middle American Research Institute (MARI) Universidad de Tulane.

Otra forma en que los civiles y funcionarios gubernamentales estadounidenses reescribieron la historia de Panamá fue a través de la investigación arqueológica. La práctica de la arqueología podría parecer una ocurrencia tardía de la presencia estadounidense, pero los estudiosos la han entendido desde hace mucho tiempo como una herramienta que apuntalaba el imperio. Los museos nacionales que llegan a albergar material arqueológico pueden ser instituciones de enorme importancia que crean relatos sobre las sociedades y la relación de la nación con ellas.

En los años cuarente, los arqueólogos estadounidenses ya estaban bien establecidos en la Zona del Canal, consiguiendo llevar a cabo investigaciones en un lugar “exótico” pero legalmente bajo jurisdicción estadounidense.

ARCHIVOS DE ARQUEOLOGÍA DE FIN DE SEMANA

En 1948, la Marina estadounidense arrasó una sección de Playa Venado, una zona que había servido anteriormente como campo de tiro estadounidense. Mientras los trabajadores raspaban la arena y la tierra, dieron con objetos de oro. La excavadora había penetrado en la necrópolis de una antigua sociedad, donde descansaban más de 350 personas. Aunque los arqueólogos de la época no lo sabían, los trabajos recientes de demuestran que, entre los años 550 y 850 d.C., la gente utilizaba Playa Venado como lugar para enterrar y venerar a sus seres queridos. Dentro de las tumbas, guardaban cerámica de fabricación local y adornaban a los difuntos con joyas en forma de ranas, pájaros y criaturas míticas.

El descubrimiento accidental de un antiguo cementerio por parte de la Armada inspiró artículos periodísticos y atrajo el interés de los estadounidenses. Dentro de la Zona del Canal, el cementerio estaba fuera del ámbito panameño y dentro del dominio estadounidense. El ejército estadounidense empezó a expedir permisos para excavar allí —a cualquier residente estadounidense en la Zona del Canal que lo solicitara—.

Ansiosos por reclamar para sí un trocito de Panamá, los soldados excavaron sin documentar qué habían encontrado ni dónde. A lo largo de los años cincuenta, los residentes de la Zona del Canal llevaron a cabo lo que llamaban “arqueología de fin de semana”. Sus excavaciones, en gran parte desordenadas, privilegiaban el pillaje sobre el registro del contexto. Algunos residentes de la Zona del Canal incluso fundaron la “Sociedad Arqueológica de Panamá” y distribuyeron entre sus miembros las revistas científicas sobre sus aventuras, colecciones privadas y excavaciones en Playa Venado.

Una fotografía en tonos sepia muestra a personas entre estructuras de madera con techos de paja.

La ciudad de Empire era una de las más grandes de la Zona del Canal, construida a lo largo del Ferrocarril de Panamá. Era una ciudad étnicamente diversa, de mayoría negra, con inmigrantes de todo el mundo atraídos para trabajar en la construcción del canal.

W.A. Fishbaugh. Colección de la Zona del Canal (34) 1908-1909. Caja 1. Middle American Research Institute (MARI) Universidad de Tulane.

Los arqueólogos de fin de semana estaban en contacto con arqueólogos acreditados, así como con museos, coleccionistas privados y saqueadores profesionales, llamados huaqueros. Gracias a estos vínculos, los objetos de Playa Venado se encuentran hoy en museos estadounidenses como el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y Dumbarton Oaks en Washington, D.C. Muchas piezas llegaron a Dumbarton Oaks a través del diplomático Robert Bliss, un ávido coleccionista de arte antiguo de las Américas que, al enterarse de la existencia de Playa Venado, financió anónimamente excavaciones profesionales en el sitio dirigidas por el arqueólogo Samuel K. Lothrop.

Gran parte de mi investigación sigue los rastros en papel del trabajo arqueológico. En los almacenes de los museos, examino las etiquetas de identificación originales, fijadas en su día a los objetos excavados. En los archivos de los sótanos, separo con delicadeza páginas de papeles amarillentos, metidos en esos archivadores verde menta por excelencia de los años sesenta.

Me interesa saber cómo los arqueólogos llegaron a conocer lo que luego escribieron en las publicaciones oficiales y, sobre todo, qué omitieron.

En una fotografía en blanco y negro, una persona con un sombrero de ala ancha palea tierra mientras está de pie en medio de una excavación. Al fondo se ve un automóvil estacionado.

Una foto de 1951 de un trabajador contratado en la excavación de Samuel K. Lothrop en Playa Venado que fue tomada por el arqueólogo aficionado Kenneth Vinton.

Cortesía de Ripon College, Kenneth Vinton Estate.

Desde el verano de 2024, he investigado cartas entre residentes de la Zona del Canal y arqueólogos para comprender la mecánica del proceso de concesión de permisos en Playa Venado. Personas como Karl P. Curtis, residente de la Zona del Canal, escribió a John Alden Mason, un arqueólogo que había trabajado anteriormente en Panamá, pidiéndole una carta de recomendación para excavar Playa Venado.

“Algunos de mis amigos consiguieron permiso del ejército y han encontrado algunos de los colgantes de oro más finos que he visto nunca. El trabajo de las conchas es precioso. ¿Estaría dispuesto a avalar que estoy cualificado para excavar en este yacimiento? Los oficiales del ejército necesitan dos recomendaciones”.

Mason se mostró reticente y nervioso por el hecho de que su amigo se dedicara a la arqueología sin formación. Le entregó la carta, pero con reservas:

“Francamente, la razón por la que no contesté antes fue solo porque, como supongo que te das cuenta, los arqueólogos profesionales siempre quieren disuadir a los no profesionales de excavar, y quieren que todos los yacimientos arqueológicos se dejen en paz hasta que alguna expedición de alguna institución pueda excavarlos y poner los objetos en un museo y publicar un informe sobre las observaciones científicas”.

Una pieza de joyería de oro de intrincada construcción con forma de rana descansa sobre una superficie gris.

Un colgante de oro en forma de rana, de más de 1.000 años de antigüedad, extraído de Playa Venado se encuentra ahora en una colección del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

The Michael C. Rockefeller Memorial Collection, legado de Nelson A. Rockefeller, 1979/Metropolitan Museum of Art

Mason tenía razón de estar preocupado. Muchas conclusiones sobre las tumbas de Playa Venado, no solo hechas por aficionados, sino también por arqueólogos profesionales, planteaban la hipótesis de que los individuos habían sido brutalmente asesinados y sacrificados. Durante décadas, estos resultados alimentaron una narrativa racializada de que los antiguos panameños eran violentos por naturaleza.

Un estudio realizado en 2018 demostró que esta interpretación no está respaldada por la evidencia. Al parecer, más que muertes violentas, las personas enterradas en Playa Venado recibieron cuidados íntimos.

HISTORIA ARRANCADA

Las excavaciones en Playa Venado, y en la Zona del Canal en general, pueden haber sido una forma de eludir leyes de patrimonio cultural más estrictas que comenzaron a entrar en vigor en Panamá en los años cuarenta. En 1941, el gobierno panameño incluso modificó su constitución para proteger mejor su patrimonio cultural después de que arqueólogos estadounidenses excavaran Sitio Conte, una necrópolis en terrenos privados que arrojó miles de objetos de oro. Décadas después, los artículos de los periódicos panameños llamaron a las excavaciones “huaquería con diploma”.

La Zona del Canal pertenecía legalmente al imperio estadounidense y ayudó a construirlo. Los objetos procedentes de ella pasaron a formar parte de una idea creciente de lo que era “americano”.

Cuando Estados Unidos finalmente cedió la Zona del Canal a Panamá en 1979, el ex íder militar de Panamá Omar Torrijos declaró célebremente, “Yo no quiero entrar en la historia, quiero entrar en la Zona del Canal”.

El imperialismo estadounidense entró en ambas. Cruzó las fronteras contemporáneas y las históricas, y utilizó la arqueología para justificar su presencia. Los arqueólogos estadounidenses reivindicaron su superioridad científica para comprender el pasado de Panamá y recolectaron objetos para los consumidores estadounidenses y sus instituciones. Las excavaciones de Playa Venado muestran cómo la zona gris legal de la Zona del Canal, unida al poder de la base militar, crearon un terreno del que se podía arrancar fácilmente la historia antigua de Panamá. Muchos de estos objetos permanecen en museos estadounidenses; después de todo, en aquella época, la tierra de la que fueron arrancados era ostensiblemente “americana”.

Para saber más sobre el trabajo de la autora, escuche el podcast SAPIENS: “Cementing the Past.”(Cementando el pasado)

Bases como Playa Venado salpicaron antaño el paisaje panameño. Y en abril de 2025, las fuerzas armadas estadounidenses anunciaron que podrían volver a colocar tropas en estas bases, lo que llevó a algunos a llamarlo una “invasión camuflada”.

Al mismo tiempo, la administración Trump está intentando dictar la historia. El esfuerzo incluye una orden ejecutiva —titulada “Restoring Truth and Sanity to American History”— que llama a la censura y destripamiento de museos que investigan y comparten pasados diversos. Las historias críticas con el imperio estadounidense corren el riesgo de ser borradas del ojo público.

Como demuestra la arqueología de la zona del Canal, el control de los relatos sobre el pasado envalentona las ocupaciones en el presente.

Charlotte Williams es antropóloga y estudia la historia de la arqueología en los proyectos imperiales estadounidenses. Se doctoró en la Universidad de Pensilvania y este otoño comenzará a trabajar como profesora adjunta en la Universidad de California en Berkeley. Actualmente trabaja en un proyecto sobre la intersección de la arqueología con la United Fruit Company y la Zona del Canal de Panamá.

Lea este artículo en  Inglés
Republish

You may republish this article, either online and/or in print, under the Creative Commons CC BY-ND 4.0 license. We ask that you follow these simple guidelines to comply with the requirements of the license.

In short, you may not make edits beyond minor stylistic changes, and you must credit the author and note that the article was originally published on SAPIENS.

Accompanying photos are not included in any republishing agreement; requests to republish photos must be made directly to the copyright holder.

Republish

We’re glad you enjoyed the article! Want to republish it?

This article is currently copyrighted to SAPIENS and the author. But, we love to spread anthropology around the internet and beyond. Please send your republication request via email to editor•sapiens.org.

Accompanying photos are not included in any republishing agreement; requests to republish photos must be made directly to the copyright holder.